domingo, 26 de diciembre de 2010

Otitis movilizada

Viendo un día por la calle
a gente tan habladora,
sin nadie al lado llevar
pensé que cuántos problemas
tenía la pobre gente
que necesidad tenían
de expresar tan locuazmente
sus cuitas, hablando al aire.

Tantos y tantos lo hacían
pensé que quizá no fuera
que airearan sus problemas
en la calle, hablando solos.

Algo más les ocurría;
algo estraño que explicara
por qué tanta verborrea
y el por qué de tanta cháchara
no pudiesen aguantar.

Nunca he sido muy curioso
y nunca quise saber
lo que los demás decían.
Es de mala educación
escuchar conversaciones
que a uno no le dan razón.

Tanto llegó a intrigarme
sus problemas y sus cuitas
que presté mucha atención
por ver si al fin lograba
encontrar la respuesta
aclarando aquel misterio
y encontrar la solución.

Al pronto observé
!cosa estraña!
que todos cuando hablaban
un oido se tapaban
con la mano que no gesticulaba.

!Tate! exclamé, pensando
que quizá el problema fuera
que otitis padecían
o quizá en el oido interno
algún mal les aquejaba
que solución no tuviera?.

Por fin acudí a mi lucidez
y con curiosidad escuché
lo que hablaban y decian.
La cosa fue como digo:
sentado en un autobús
al lado de un pasajero
Sonó un timbre,...!en su cartera!
abriola y de ella sacó
un diminuto aparato
pulsó una tecla...y !habló!
y escuché las tonterías
más tontas que oirse puedan.

“!Hola cariño, ya voy!
estoy en el autobús
en la calle tal y tal,
pon la paella en el fuego
que pronto en casa estaré,
!Muac! !muac!, hasta luego.

”Quedeme patidifuso
como aquel que ve visiones.!
Era un teléfono móvil
el que les hacía hablar.

!Tan urgente era
la llamada recibida?.
No se podía esperara
llegar a casa y luego
con sosiego y en su hogar
echar el agua al arroz
a la esposa saludar
darles un beso a los niños
y al perro sacar a pasear?.

Si este caso fuese único
lo dejaría pasar
pero a todos que escuchaba
lo hacían por un igual
enterándome de cosas
que a mí ni fú ni fá!.

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